El arce japonés ha sido reconocido desde hace mucho tiempo por sus delicadas hojas y su elegante crecimiento. Su estructura ramificada se refina con gran belleza, y sus cambios de color a lo largo del año aportan una variedad constante: verdes frescos en primavera, sombras intensas en verano, rojos intensos en otoño y siluetas serenas en invierno. El Acer palmatum captura la poesía de las estaciones y sigue siendo uno de los bonsáis más emblemáticos del mundo.